Mis padres que trabajaron toda su vida en el Négresco en Niza, me dieron a ver las dos caras de una vida dedicada al público: mucho disfrute en los contactos y tantos sacrificios en la vida privada. Ésta es la razón por la que procuré a toda costa evitar esta profesión. Pero cambié, conociendo a Giorgio Pinchiorri en Florencia. Este “forofo” de vinos franceses e italianos quería acompañar su hermosa bodega con cositas para picar… Aquí entro yo, con un papel modesto, hasta ser la primera mujer en Italia en conseguir tres estrellas. En otros términos, soy una autodidacta, y así me gusta, apasionada por las recetas y tradiciones de la Bota, colectadas y practicadas desde hace 40 años en la capital de Toscana. Mi cocina es italiana, basada en productos locales, utilizando técnicas modernas con el fin de obtener los mejores resultados gustativos y emotivos.
"Vienen de Alba, en el Piamonte. La denominación y su territorio son bastante más vastos de lo que se imagina. También se puede encontrar esta trufa en Toscana. Es más una cuestión de calidad que de zona geográfica. Cada chef tiene su propia red y saber escoger entre la diversidad de estos hongos perfumados es un arte bien difícil. Se aprende con años de experiencia."
"La mejor manera es servirlas crudas, cortadas en láminas en el último momento y espolvoreadas sobre los alimentos cocinados (pastas, huevos, patatas o carne). También se puede hacer una salsa a base de trufas. En cualquier caso hay que limpiarlas bien ya que es un producto que procede de la tierra, sin utilizar agua porque si no se echan a perder. El mejor acompañamiento es una pizca de sal y picante, sin cocción ni ulteriores elaboraciones."