La historia de la familia Santini empieza en 1925 con Antonio Santini, el abuelo de mi marido, que había vuelto de la gran guerra con su mujer Teresa –era pescador y se convirtió en dueño de un albergue-. Con su hijo Giovanni, mi suegro y la mujer de éste, Bruna, mi suegra, transformó la casa familiar en restaurante. Conocí a Antonio durante nuestros estudios de ciencias políticas y ciencias de la alimentación en Milán. Nos casamos en 1974 y nos fuimos de luna de miel a Francia: una revelación. Descubrimos el arte de vivir y la gran cocina francesa. Nos cruzamos con grandes chefs y, de vuelta a casa, quisimos hacer lo mismo.Nuestros dos hijos Giovanni y Alberto también son unos apasionados de la cocina. Giovanni, el mayor, tras sus estudios universitarios de Ciencias de la Nutrición, decidió ser cocinero como yo, y con mi suegra Bruna.En el Pescatore, realizamos una cocina esencial, con la finalidad de poner en valor los productos de la naturaleza.Podríamos definir nuestra cocina como una búsqueda de la verdad: una búsqueda que une simplicidad y valorización de los productos.
Es un producto que ofrece múltiples posibilidades. Lo utilizamos con la pasta, el risotto y algunas elaboraciones con huevos, trufa blanca o verduras al horno. Una de las especialidades de nuestro restaurante son las tejas de parmesano.
El parmesano que utilizamos en Dal Pescatore proviene de Solignano, una localidad situada a 750 metros de altitud. Trabajamos con Auricchio cuya granja está emplazada en un sitio extraordinario en el corazón de la montaña.
Mi abuelo Giovanni fue el primero que nos llevó a mí y a mi hermano Alberto a una fábrica en Parma. El proceso de producción del parmesano me fascinó.